Muchas familias huyeron de los combates en Siria con poco más que la ropa que llevaban puesta.
Desesperados, traumatizados y con necesidades urgentes, las familias tuvieron que vender lo que tenían para salir del país, encontrar un piso o un espacio para vivir y comprar alimentos, incluso si eso significaba tener que vender el anillo de bodas u otras joyas de oro.
Fatena vivía en el campamento de refugiados palestinos de Yarmuk (en Siria). Empezó a llorar mientras contaba la historia de su familia. La mayoría de los habitantes del campo, cerca de Damasco, huyeron cuando los violentos enfrentamientos entre combatientes pro-régimen y militantes rebeldes aumentaron peligrosamente.
Su familia pagó 400 dólares por un coche hasta la frontera libanesa. Llegaron el día de Nochebuena. "El conductor se aprovechó de nuestra miserable situación y pidió mucho más dinero de lo normal", dijo con amargura.
A salvo en el Líbano, las familias deben preocuparse por su futuro. La mayoría han logrado pagar el alquiler inmediato pero no tienen dinero para pagar los meses siguientes. Sus casas, que muchas veces no son más que plazas de garaje, suelen ser húmedas, sin calefacción y sin amueblar.
No es raro que familias de hasta 20 miembros vivan agrupadas en dos o tres habitaciones. Les preocupa cómo pagaran la comida y la calefacción, cuando muchos de ellos no pueden encontrar trabajo. Les preocupa la salud de sus hijos, a menudo resfriados o con infecciones bronquiales. Les preocupa si sus hijos tendrán alguna vez la oportunidad de ir a la escuela.
El costo de vida en el Líbano es mucho más alto que en Siria. La vida diaria es una lucha, aunque muchos vecinos y familiares prestan a los recién llegados lo poco que tienen como mantas, utensilios de cocina y alfombras.
Oxfam y sus socios han estado distribuyendo mantas y colchones a algunas de las familias más necesitadas durante el que ha sido el peor invierno en 20 años.
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